Bengals 2017

2017: una temporada para NO olvidar

Pretender que un RT del montón, como Andre Smith, de pronto pudiera reemplazar con cierta garantía a un RG de 1ª ronda era una quimera. Que dos OTs como Ogbuehi y Fisher que había fracasado estrepitosamente se convirtiesen en titulares de confianza era una fantasía. Que de pronto Bodine dejase de ser el peor center de la liga, era directamente absurdo. Con estos mimbres, sumando la cabezonería del entrenador de OL para incorporar cambios, era imposible que la unidad funcionase.

 

El descalabro de la línea ofensiva arrastró a toda la ofensiva. Dalton se vio obligado a preocuparse más por su integridad que por hacerla avanzar, y su juego retrocedió prácticamente al año de novato: carreras hacia la banda sin intención de jugar el balón, falta de precisión en el pase largo, e incluso imprecisión en el corto aunque tuviese buena protección, por miedo a recibir algún golpe. De la impotencia pasó a la apatía, y se perdió ese QB valiente que conseguía primeros downs jugándose el tipo corriendo, o el necesario líder que precisaba el ataque tras perder a “Big-Whit”.

 

A todo esto debemos añadir que el plan de juego fue un absoluto despropósito. Ya se evidenció en pretemporada, pero tras dos partidos sin anotar ni un TD, la posición del Coordinador Ofensivo se volvió insostenible (motín de los jugadores incluido), y fue cesado. Su sustituto, Bill Lazor, tampoco lo hizo mucho mejor, como demuestra el hecho de que los Bengals fuimos el peor ataque de toda la NFL en 2017.

 

Si algo de ilusión teníamos en los playmakers llegados en el draft, pronto se desvaneció. Mixon estuvo por detrás de Hill hasta que se lesionó éste. Pero peor le fue a Ross, castigado a la suplencia, cuando no a la inactividad, por cometer un fumble… en una jugada de carrera. Su escaso tiempo de juego le provocó errores las pocas veces que apareció, hasta que finalmente fue puesto en Injury Reserve por una misteriosa y repentina dolencia en el hombro no operado.

 

Como decía, la rotación de runningbacks fue un completo caos. Hill robaba protagonismo sin merecerlo a Mixon. Por su parte, Bernard fue prácticamente invisible hasta que la lesión de los anteriores permitió comprobar que era realmente el mejor (o al menos el más completo) de la terna. Durante el 90% de la liga fuimos últimos de la NFL en el juego terrestre, tanto por la incapacidad de nuestros RBs de encontrar huecos, como de la OL por producirlos, o desde la banda por no apostar más por la carrera.

 

El juego aéreo tampoco fue mucho mejor. Por supuesto, Green fue la figura sobresaliente (sobre todo desde la lesión, otra vez, de Eifert), pero de nuevo volvió a sufrir pérdidas de balón y drops inoportunos en momentos clave de los encuentros. Como es norma en este equipo, el veterano LaFell continuó portando galones de titular sin que su juego reflejase dicho merecimiento, en detrimento de dar oportunidades a los jóvenes.

 

Boyd fue una decepción. Ni le dieron opciones (no fue ni convocado muchos partidos sin estar lesionado con la excusa de que no intervenía en equipos especiales, cuando recordemos que fue retornador en college), ni se las ganó él cuando le llegaban. Core ha pasado prácticamente desapercibido pese a apuntar destellos el año anterior. Erickson tuvo una buena participación en los retornos, e incluso las pocas veces que le permitían formar parte de la ofensiva. Lo mismo ocurre con Malone, quien también dejó detalles de que podría haber aportado más.

 

Todos estos jóvenes fueron víctimas, por una parte, de la particular política jerarquizada de nuestros técnicos donde prevalecen los veteranos mediocres sobre los jóvenes emergentes; pero sobre todo, por una anémica ofensiva incapaz de conseguir primeros downs con los que prolongar los drives y repartir el juego (fuimos el equipo con menos snaps en ataque de la liga).

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