AFC NorthAnalisisBengals 2018

CIN 20 – CLE 35. Game Over

Cleveland Browns 35 – Unos que pasaban por ahí 20. Siendo importante, quizá el resultado fue lo de menos. Lo realmente trascendente fue la impresión exhibida por el equipo, y las consecuencias que puedan derivarse, o no, de dicha vergonzosa derrota. No por la entidad del rival, que ya habíamos advertido que Cleveland venía jugando muy bien, sino por el penoso y lamentable espectáculo que Bengals “brindó” a sus aficionados.

 

Se perdió un partido trascendental para el futuro en la competición 2018. Un encuentro divisional, que además era un derbi estatal, con mucha implicación emocional para los aficionados. Un enfrentamiento que debía servir para remontar una clara trayectoria descendente, tras unas jornadas convulsas en el vestuario, con despidos y declaraciones críticas hacia el club. Se cayó en todos los frentes. La crisis en que estamos sumidos llega más allá de la simple clasificación, y el convencimiento de que la temporada 2018 está finiquitada.

 

Por si quedaba algún atisbo de duda, la lesión de Dalton para el resto de la campaña es la sentencia definitiva. Por más cariño que le podamos tener a Driskel, creo que todos estaremos de acuerdo en que carece de la capacidad como QB para tirar de un equipo en clara descomposición. Me temo que por si aún necesitaban más motivos, esta baja va a hacer que el resto del equipo (en especial, el flojo de Green) terminen de bajar los brazos, borrarse de la competición, y reservarse para el año próximo.

 

Han pasado ya varios días desde el partido, y no se han producido consecuencias, más allá de sustituir al jugador lesionado por el jornalero más barato disponible en el mercado. Las ruedas de prensa de Lewis siguen siendo igual de insultantemente insustanciales que de costumbre. No es se esperan dimisiones. No se esperan cambios radicales. Seguimos el ocho-ochismo. Todo va bien. ¡Qué asco de franquicia!

 

Sin embargo, nada podemos cambiar desde aquí. Respetando todas las posturas, por supuesto, la mía será la de continuar siguiendo al equipo. Estar pendiente de las noticias que genere. Sentarme, como el perfecto gilipollas que es uno, a verles cada domingo anhelando un éxito que sus dirigentes no se merecen. Pero el football es mi droga y la liga muy corta, ¡qué puedo hacer!

 

Lewis hace años que está acabado como head-coach. Sólo el incomprensible sentido de la lealtad o el miedo a lo desconocido por parte del propietario le mantiene en el cargo. Hace tiempo que perdió cualquier atisbo de chispa que pudiera tener. Jugadores y coordinadores se van en cuanto pueden, conscientes de la falta de ambición. ¿Quién les puede culpar?

 

Pero la solución es todavía peor. Apenas una semana después de su despido por inútil, Hue Jackson recala en nuestra franquicia como heredero del Lewiscismo. Nadie le discute sus cualidades como mente ofensiva, pero ha demostrado, por dos ocasiones, ser un nefasto gestor de plantillas, que es lo que se pide a un entrenador principal.

 

El problema ya no es que no seamos capaces de avanzar en postemporada, sino que este equipo empieza a parecerse de aterradora manera a aquel de leyenda negra de la década de los 90. El equipo que se arrastraba por los campos de todo el país, para vergüenza de sus aficionados. Si alguna vez habíamos conseguido ganarnos un mínimo de respeto, ahora mismo ha desaparecido completamente. Para recuperarlo va a ser necesaria una revolución a todos los niveles. Y quizá el deportivo sea el menor. Hay jugadores de calidad en el roster para estar mucho más arriba de donde estamos.

 

Para empezar, en los despachos hay que abrir las ventanas y dejar que entre aire fresco. El propietario vive una liga que ya no tiene nada que ver con la que una vez conoció. Una NFL en la que o ganas o no eres nadie. Un deporte mediatizado por redes sociales en el que necesitas generar ilusión para no ser invisible. Una sociedad que ya no admite mantener en el equipo a jugadores conflictivos. Un público decepcionado abandonará el estadio. El condado dejará de subvencionar sus reformas. Sin inversión no hay beneficios. La NFL no lo permitirá y exigirá cambios. Por no querer gastar pasta para ganar, quizá tenga que hacerlo para no verse obligado a vender su negocio.

 

El juego también ha cambiado drásticamente. La prueba está en que cuando Lewis ha tomado las riendas defensivas, esta unidad, anclada en arcaicos conceptos, ha sido todavía peor. Es necesario traer entrenadores modernos y competentes. Basta de amiguismo. Ideas nuevas aportadas por mentes jóvenes sin prejuicios sobre copiar esquemas universitarios para conectar mejor con los jugadores.

 

Y por supuesto, una mejor gestión de personal. La ventaja que proporciona tener buenos jugadores en contrato rookie es demasiado valiosa como para aparcarles en la banca. Hay que enseñarles bien, pero también rápido. Ponerles a jugar y desprenderse de viejas cacatúas cuyo mejor momento ya ha pasado, o nunca llegará, asumiendo el error de su contratación. Tan necesaria es la adquisición de refuerzos como la limpieza de la plantilla.

 

Ya sé que os sonará lo que estáis leyendo, por haberlo visto escrito docenas de veces en mis artículos. Esto es lo realmente triste, que llevamos años reclamando soluciones a problemas evidentes para todo el mundo. Que las promesas de regeneración de Lewis cada vez que renueva no duran ni media campaña, por eso ya nadie se las cree. Por eso duele esta tomadura de pelo a los aficionados, y a ciertos jugadores con más orgullo y amor por la franquicia del que deberían tener otros con mayor peso y responsabilidad.

 

Pero desde nuestra humilde tribuna de aficionados, lo único que nos queda es, mientras esperamos, cual Penélope, el regreso de tiempos mejores, comentar lo que sí es visible y analizable, la actuación de los jugadores en el campo. Fiel reflejo en muchas ocasiones, de todas las miserias que hay más allá.

 

Me gustó Mixon. Sus declaraciones previas al partido, proclamando que no le gusta perder, que no quiere perder; y después su respuesta en el campo, demostrando la veracidad de las mismas. Esa rabia con que lanza el balón tras lograr el primer down. Esa ambición por conseguir siempre una yarda más, si bien no por potencia que no es lo suyo, por agilidad. Ese sobreponerse a carreras infructuosas por culpa de una línea ofensiva incapaz de cerrar las vías de acceso a los defensores que nos paran para pérdida de yardas. La actitud y calidad de Mixon merecen algo más por parte de los entrenadores. Espero que los años no le cambien y se acomode a la derrota. O se canse de la situación y sólo rinda cuando logre salir de este pozo.

 

Me gustó Boyd. Su esfuerzo por alcanzar el primer down. No se le puede negar la profesionalidad. No rehúye el contacto. No se esconde en los momentos difíciles. Le podrán salir mejor o peor las cosas, pero está demostrando ser un receptor de lo más fiable. ¿Hubiera despuntado igual de haber mantenido a LaFell? ¿Cuántos casos como el suyo nos estamos perdiendo por mantener a toda costa a veteranos acabados?

 

Me gustó Erickson. No recuerdo un solo retorno que no fuese productivo. Ahora bien, tampoco recuerdo ninguno donde algún compañero no lo estropease con alguna penalización inoportuna. La falta de disciplina de una unidad no debería eclipsar el buen juego individual de un retornador cuya actuación mereció mayor reconocimiento.

 

Me gustó Driskel. Ni los espectadores que estábamos visionando el partido, ni los aficionados del Paul Brown Stadium, ni siquiera sus propios compañeros, creían en la remontada. Sólo él creyó. Y por poco lo consigue. Por dos veces llevó al equipo a la red-zone, y de no ser por las penalizaciones (3 salidas falsas en el penúltimo drive, ¡3 salidas falsas!; y un movimiento ilegal en el último) no hubiera sido descabellado pensar en anotar los dos touchdowns que nos separaban de los Browns. Ahora tendrá una oportunidad única para lucirse. Espero que la aproveche y juegue sin miedo. En el fondo, no tiene nada que perder.

 

Me gustó Bates. Si el placaje era su asignatura pendiente, le estamos forzando a hacer un cursillo acelerado. De no ser por él, los daños que nos ocasionarían las defensas rivales tendrían un alcance todavía mayor si cabe. Una pena que no le acompañen sus compañeros. Otra muestra de un rookie, en teoría “verde”, que a la hora de tomar responsabilidades no lo es tanto.

 

Esto es lo único que me gustó. El resto del equipo, para olvidar. Ross consiguió un TD digno de mérito, pero su apatía en balones a los que podría llegar me enferma. Bullock falló un fieldgoal lejano (no sé en qué cabeza cabe hacerle lanzar desde más de 50 yardas a un tipo cuyo porcentaje de éxito desde tan larga distancia es menor del 25%) porque se lo bloquearon, señal de que quizá, no llevaba la altura necesaria y hubiese quedado corto igualmente. También falló un extra-point, esta vez sin excusa, que por suerte para él y desgracia para los demás, no tuvo influencia en el resultado.

 

Price me decepcionó bastante. No sólo fue incapaz de sellar su gap para los defensas rivales, sino que el error en el snap que sobrevoló la cabeza de Dalton, nos costó perder al QB por lesión, aparte de generar el turnover que prácticamente sentenciaba el encuentro. La trascendencia de su fallo fue tal que se puede decir que bajo su responsabilidad cae haber puesto fin a la temporada de todo el equipo. Espero que lo recapacite y se conjure para que nunca jamás le vuelva a suceder.

 

El challenge pedido por Lewis, fue de risa. Síntoma, uno más, del grado de desesperación e impotencia de todo el equipo. El touchdown de Njoku, otra prueba más. Todo el equipo de Cleveland empujando para anotar y nosotros dejándonos avasallar con total indolencia. Lo de las penalizaciones, ya lo he comentado antes. Daba la impresión, llamadme conspiranoico, que el equipo se había propuesto perder, pero no contaba con las ganas de Driskel, y tuvieron que sabotearle.

 

No creo que merezca la pena darle más vueltas. El partido fue como fue, y es hora de pasar la página, el libro, y hasta la enciclopedia. Se impone un cambio en las alturas, pero también a nivel del suelo, con jugadores que ya no deberían vestir más nuestro uniforme.

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