AnalisisBengals 2017

Jaguars 23 – Bengals 7

El ser humano es un ente inexplicable, contradictorio. Pongámonos nosotros como ejemplo. Semana a semana nos sentamos a ver a nuestro equipo, conscientes de lo patético que es, en la esperanza de que se produzca el milagro, ya no de ganar, que esto es un accidente que a veces incluso hasta ocurre, sino de pasar un buen rato viéndoles jugar. Y luego sucede lo que todos sabíamos que iba a ocurrir, que el rival nos atropella de manera inmisericorde como los perfectos inútiles que somos, y encima nosotros nos sentimos mal. Los sentimientos son así, tan inescrutables como ilógicos, pero nos hacen como somos. Malditos sean.

 

Como seguidores de los Bengals, si en algo somos expertos es en ver perder a nuestro equipo. Este master que cursamos hace tanto tiempo nos da la experiencia necesaria para valorar cada una de las derrotas de los nuestros. Por lo tanto, si convenimos que la del domingo es una de las peores que hemos conocido, es que ha debido ser mala, pero mala de verdad. Un naufragio sin paliativos en todas las líneas. Una impotencia inaceptable en una actividad profesional.

 

No puede ser más triste esta temporada de nuestro 50º aniversario. Lo que debería ser una efeméride a recordar se está convirtiendo en un suplicio semanal. No es tanto jugar mal (eso lo hemos hecho otras veces, y con igual o mayor eficacia) sino cómo se están produciendo estas derrotas. La sensación de talento desperdiciado (porque antes éramos malos porque teníamos jugadores malos, ahora no es el caso), de incapacidad manifiesta, de pedir al árbitro que pite ya el final porque la cosa sólo pueda ir a peor.

 

El proyecto no es que esté acabado, es que está putrefacto. No hay ningún plan de futuro, ni patrón definido que seguir, ni siquiera el más mínimo control de las situaciones. La desafección entrenadores-jugadores es más que evidente. Unos se quejan de la pobre ejecución de los otros, los otros de la pésima dirección de los unos. Esto ha desbordado el vestuario y las vergüenzas salen en público, ya no hay quien las esconda. Y lo peor es que ambas partes tienen razón: la otra parte está realizando un papel desastroso.

 

El espanto que es nuestro ataque es fruto de una horrorosa planificación. Lazor no puede hacer milagros. Sin una línea que le dé, cuanto menos, 3 segundos a Dalton, poca ofensiva puede generar a partir de ahí. Lewis y Brown se han puesto una venda en los ojos para no querer aceptar el desastre que son Fisher y Ogbuehi, pero también para ocultar a la vista el nulo progreso de Westerman y sobre todo, y con reincidencia, Bodine. Nunca debieron haber permitido que se desmantelara. A Zeitler se le debió haber renovado en 2016, y Whitworth retirarse como bengal. Dinero, ya lo sabemos, había, y si faltaba, haber cortado a jugadores como Pacman Jones, que resta más que suma, o LaFell, que no aporta nada y sólo está taponando las oportunidades de crecer de nuestros WR más jóvenes. Andre Smith nunca debió haber vuelto, y menos, con la peregrina excusa de convertirlo en OG.

 

Tal despropósito está sacando de quicio a alguien con tan poca sangre como Green. Su pelea contra Ramsey tuvo más que ver con su propia frustración que con las maneras chulescas del CB. Green quiere que le pasen balones, Lazor quiere que le pasen balones, Dalton quiere pasarle balones, pero es imposible. Ni la OL da tranquilidad a Dalton, ni los otros WR inquietan lo suficiente a las secundarias rivales como para evitarle dobles coberturas. Ya venía caliente con la directiva desde la temporada pasada, y en ésta su irritación no ha hecho sino aumentar. Fue uno de los principales protagonistas del motín que generó la destitución de Zampese. No me extrañaría que la liga le castigase con un par de partidos para que recapacite su actitud, pero cuando alguien tan templado explota, la onda expansiva puede tener consecuencias impredecibles.

 

Tampoco Dalton puede estar contento. A veces se nos olvida, pero es él quien más sufre los sacks que encajamos. Ya sea porque la OL es incapaz de mantener limpio el pocket, o porque no hay manera de que se le desmarquen los receptores, debe mantener más tiempo el oval de lo que sería recomendable, con funestos resultados. Cada snap con backfield vacío es una invitación al sack. Cada snap con protección extra es imposible encontrar un WR a quien poder pasar sin rifar el balón. Y de correr, ni hablar. Ivory y Yeldon son dos RB normalitos de la liga. El domingo 110 yardas entre los dos (más otras 18 del undrafted Grant). Nosotros tenemos a Mixon, la última gran esperanza de la NFL en la posición (31 yardas en 13 carreras, ni 2,5 por intento) y al eléctrico Gio Bernard (-6 yardas en 1 carrera y 1 pase, sí, 6 yardas negativas).

 

Uno no es que sepa mucho de football, no desde luego como puedan saber quiénes se dedican profesionalmente a esta actividad. Pero he visto lo suficiente como para estar convencido de que pese a todos los males que nos rodean, hay alternativas para maximizar nuestras fortalezas. Estoy viendo a equipos con muchísimo menos talento en sus filas realizar un juego, que puede no ser virtuoso, pero muy efectivo. Equipos que tienen claro a qué juegan, y cómo ejecutar ese juego. Yo no sé a qué narices jugamos nosotros. A correr no, eso es evidente. A pasar tampoco, si no se puede. Ni “vertical offense” (está Dalton como para pasar profundo…) ni “West Coast Offense” (aparte de Green sólo está LaFell, medio invisible, y detrás el resto, invisibles del todo), ni muchísimo menos “smashmouth football” (¡ay, que me da la risa!). Ni siquiera tratamos de tapar nuestras carencias con jugadas de fantasía. Tenemos menos imaginación que un mosquito. Ni un mal end-around fuimos capaces de ordenar cuando no había forma de avanzar un palmo.

 

En defensa, un poco mejor. Pero mejor no significa bueno. Seguimos marginando a quienes deben ser nuestros estandartes del futuro por mantener veteranos que no están a la altura. Sims es titular, todavía no sé por qué. Kirkpatrick y Jones, tampoco, cuando Jackson, Shaw o incluso en ocasiones Dennard lo están mereciendo más. Cuando no conseguimos presionar (0 sacks contra JAC), los desajustes atrás son tan graves que el rival se va a un bochornoso 67% de conversiones de tercer down (12 de 18). Cada contacto con el RB contrario no supone el fin de la jugada hasta varias yardas más (estas 2 ó 3 yardas extras les facilitan después los primeros downs). Williams es un safety suplente, y Fejedelem, de practice squad. Quizá aprovechables en equipos especiales, pero carentes del nivel que requiere esta competición. No sólo no se ha reforzado la posición, sino que hemos cortado a Derron Smith para traer un kicker por la lesión de Bullock. La gestión defensiva, en varios niveles, deja bastante que desear.

 

Pero no todo cae en el lado de los entrenadores. Los jugadores también tienen su parte de responsabilidad, y en el fondo son ellos quienes tienen la posibilidad de voltear la situación. Green, en su 7ª temporada en la liga, no puede caer en las provocaciones de un niñato como Ramsey. Dalton, en su 7ª temporada en la liga, ya debería haber aprendido a pasar en largo. Williams no puede dejarse caer intercepciones. Jones no puede picar en un pick-play de manual como el que nos anotan el primer touchdown, ni pagar su frustración arrancándole el casco al WR que le ha hecho el primer down. Michael Johnson no puede seguir siendo un espectador. Kirkpatrick tendría que hablar menos y cubrir más. Andre Smith debe dedicarse a proteger a Dalton, y no en hacer el “taunting” (menos mal que dieron validez al TD de Mixon, porque si no, nos hubiésemos ido a la yarda 16). Core sólo tiene que hacer una cosa, placar al retornador, ni eso fue capaz (y recordemos que para activarle a él dejamos sin convocar a nuestra flamante primera ronda John Ross).

 

Como estáis viendo, esta crónica no sigue la norma de las que suelo hacer, con apartados de lo que me gustó y lo que no. No me gusta nada de lo que veo, porque no sólo es un mal partido, es la confirmación de una tendencia, y además, tampoco veo que se prueben posibles soluciones, si no para ahora que es imposible, de cara al futuro. No obstante, creo que tampoco es justo meter a todos en el mismo saco.

 

Burfict no puede hacer más el hombre. Se está dejando literalmente la salud en cada placaje. A veces su exceso de entusiasmo le hace fallar el derribo, pero ya me gustaría que todos jugasen con su espíritu. Y eso a pesar de estar continuamente señalado (cada trifulca, las cámaras se iban hacia él), como demuestra el hecho que le pitasen un “face-mask” por agarrar de la coraza al corredor. Yo creo que incluso cuando se recupere Minter debería seguir de MLB y probar alternativas en el WLB (¿Evans? Porque Rey está ya para que le jubilen).

 

Kroft está haciendo olvidar a Eifert. Mejor que el católico en protección, y no menos efectivo como receptor, su pundonor para ganar cada pulgada fue digno de mención y de las pocas cosas positivas que nos dejó el partido. Forma un buen tándem con Uzomah, y es una base sobre la que construir una nueva ofensiva.

 

Chris Smith jugó muy motivado ante su ex-equipo, y el fumble que provocó en el primer drive nos hizo albergar ciertas esperanzas de que el partido discurriera por otro camino. El año que viene será agente libre, y más nos valdría renovarle ya, porque sólo faltaría que aparte de costarnos un pick su traspaso, perdiésemos al que está siendo el fichaje revelación.

 

Entre lo negativo, no podemos dejar de señalar a los equipos especiales. No sólo seguimos romos en nuestros retornos, sino que hemos perdido nuestra proverbial eficacia frenando los contrarios. Nos han hecho un TD de retorno de un punt (buen punt por cierto, nada que reprochar a Huber), y por poco nos cuelan (otra vez) una “trick-play” en un pase lateral que de no ser por una penalización les hubiese dejado una magnifica posición de campo. La cobertura falló hasta el punto de que el nuevo, el kicker Koehm, salvó el día con un placaje.

 

Esta semana no hay cagadas individuales. Creo que el fracaso es extensible a todos de forma colectiva, desde la presidencia a los jugadores, pasando por supuesto por los entrenadores (de nuevo, una gestión demencial de los tiempos muertos). Me huelo semana movidita en Cincinnati. El domingo se dieron todos los resultados favorables para meter la cabeza en playoffs con una victoria, pero ya con 3-5, y sobre todo con la imagen mostrada, hay que empezar a pensar en otra cosa.

 

El problema es que esa “otra cosa” pasa por una dirección técnica diferente en 2018. Y no valen ya mediocres promociones internas. Hay que traer un head-coach de categoría, ahora que todavía disponemos de una plantilla apetecible para muchos entrenadores que ahora mismo no ejerzan como tales, o coordinadores con aspiraciones (y talento) para subir de nivel.

 

Con esta perspectiva, a menos que se le garantice a Lewis una continuidad dentro del equipo (como asesor a la directiva) y éste quiera aceptarla, no tengo clara cuál será la situación. Es posible que mantenga a los veteranos por mejorar su balance de cara a un contrato fuera de aquí, antes que tratar de involucrar más en el juego a los jugadores que representan el futuro de nuestra franquicia (Ross, Jackson, Evans, Boyd, Malone, Billings, Willis…¿McCarron?). Éste sería el camino a seguir, pero claro, pendiente de que se sienten Brown y Lewis a decidir qué rumbo quieren para la franquicia en los años venideros.

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