Lo mejor para pasar rápido el enfado por una derrota es tener otro partido enseguida. Con un día menos de descanso por jugar en lunes, encaramos el encuentro contra Buffalo con más dudas aún si cabe. A los Bills les hemos ganado los últimos tres enfrentamientos, pero antes de eso, veníamos de una racha de 10 derrotas consecutivas que se prolongaba desde finales de los 80’s. Después de casi un mes, Cincinnati volverá a jugar en el Paul Brown Stadium, lo cual puede ser un arma de doble filo si el equipo no carbura por las pitadas que le caigan. Pitadas como las que estaba acostumbrado a escuchar su retornador Tate cuando estaba con nosotros. Esta es la única conexión entre equipos, dejando de lado que Haslett, el entrenador de LBs, jugó como tal en sus tiempos allí, y más allá de que su entrenador Rex Ryan sirvió como entrenador de DL a las órdenes de Marvin Lewis cuando éste era coordinador defensivo en Baltimore.

Recuperamos el horario “normal” de las 7 de la tarde, y afortunadamente, sin que nos retrasmita Movistar +. El día estará fresquito, unos 4ºC, pero soleado y apenas sin viento. Vestiremos, acorde con nuestro ánimo, enteramente de negro, tanto en camiseta como en pantalón. Nos arbitrará Terry McAulay, veterano programador informático, con 3 Super Bowls a sus espaldas. Es arbitro principal desde 2001, y desde entonces nos ha pitado 15 veces, con un balance de 9-6 a nuestro favor. La última vez, el año pasado en aquel partido en Arizona que perdimos en el último segundo por un field-goal propiciado por una rigurosa falta contra Peko, supuestamente, por similar el conteo de los Cards para provocarles salida falsa. Es de los de gatillo fácil, como prueba el hecho de que el mes pasado batió el record de penalizaciones de la NFL al señalizarle 23 a los Raiders en su vista a Tampa.