Emmanuel Lamur es probablemente uno de los agentes libres que han dejado Cincinnati cuyo nombre se ha oído menos en la boca de los fans, y no es para menos teniendo en cuenta la magnitud y la cantidad de jugadores cuyo contrato terminaba esta temporada. Sin embargo su reunión con Mike Zimmer en Vikings representa una ocasión perdida para los Bengals, que confiaban en él para que fuese lo que Deone Buccanon es en Cardinals o Mark Barron está convirtiéndose en los Rams.
Al mismo tiempo que el juego de football se ha hecho cada vez más aéreo y los tight ends se han convertido en, cada vez más, primeras opciones ofensivas, han llegado a la NFL a lo largo de la última década y media espectaculares atletas del calibre de Antonio Gates, Greg Olsen o Rob Gronkowski que han desafiado todos los esquemas defensivos imperantes. Los Bengals fueron también uno de los primeros conjuntos en sumarse al carro de esta «revolución» con Jermaine Gresham, aún considerando ahora cuán desaprovechadas están las habilidades del chaval, ahora en Arizona. Igual que se dieron cuenta temprano de lo que un arma de ese potencial podía aportar al ataque, también fueron rápidos en buscar su antídoto defensivo, aquel jugador que fuese lo suficientemente rápido como para cubrir al tight end moderno en espacio pero también lo suficientemente fuerte y grande como para pelear con él y ayudar contra el juego en carrera.
Lamur, un safety reconvertido en linebacker, es el prototipo de jugador para ese rol. Con 1,93m. de altura y 111 kilos de peso es un jugador rápido y con gran envergadura, perfecto para manejar la posición de híbrido que los Bengals habían creado. Sin embargo las lesiones se cebaron con él desde un principio, perdiéndose por completo la temporada 2013 tras un prometedor debut el año anterior tras no ser escogido en el draft. Luego en 2014 se vio sobrepasado por una situación complicada en la que las lesiones en la posición y la marcha de James Harrison hicieron que tuviera que disputar la grandísima mayoría de snaps disponibles y como SAM, una posición que francamente no le viene bien por su falta de fuerza en comparación a los linebackers tradicionales que juegan más a menudo en la caja.
El año pasado tal vez vimos lo mejor de él desde 2013, en un puesto más adecuado a sus características y con un rol más reducido, cumpliendo con creces en equipos especiales además. Sin embargo quedaron patentes sus deficiencias ante el juego en carrera y a la hora de placar, derivadas de lo anteriormente mencionado. Con las lesiones – acabó este 2015 en la enfermería también – y cómo ello haya podido posiblemente afectar a su desarrollo, el tope de Lamur como jugador en Cincinnati parecía que quedaba en nickel linebacker. Aún con todo, los Bengals no han tenido reparos en dejarle ir, y su baja aumenta la incertidumbre con respecto a la falta de capacidad atlética en la posición.
Es probable que el entrenador jefe Marvin Lewis y el coordinador defensivo Paul Guenther traten al menos de reemplazarle con alguien similar porque el rol no va a desaparecer. Ya comprobamos cómo cuando Lamur se perdió el 2013 por completo los Bengals reconvirtieron a un jugador parecido, Taylor Mays, para el puesto. Mays es otro gran atleta que todavía no ha logrado hacerse con un sitio en la NFL pero que llama la atención de algún equipo siempre por sus características físicas y la esperanza de que se traduzcan en producción en el campo. Además también parece que los Bengals podrían estar interesados en el linebacker de Oklahoma Eric Striker para el puesto.
Lamur puede ser definitivamente una ocasión perdida, pero inauguró un rol y un perfil de jugador en Cincinnati que ha terminado por ser parte importante de la escuadra. Como pasa siempre con los pioneros, a toro pasado todos somos Manolete.
Redactor en Cincyjungle.com
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