Draft 2024

Análisis 2023 y previsión draft 2024: Wide-Receivers

Una vez pasada la primera ola de esta vorágine que es la agencia libre (para algunos, claro), seguimos nuestro ritmo de análisis, ahora con otra de las posiciones “premium”, la de wide-receiver. Una posición que para nuestra franquicia es más “premium”, dada la predilección del propietario por estos jugadores, pero, sobre todo, por la disposición táctica ofensiva, necesitada de 3 elementos titulares en esta unidad. De hecho, este grupo ha sido uno de los puntos más fuertes del equipo, pero ¿lo siguió siendo en 2023? ¿Seguirá siéndolo en 2024? Seguid leyendo y encontraréis respuesta a estas y otras preguntas.

Resumen 2023

Puede que la acción más espectacular del equipo en el año 2023 fuera este touchdown de malabarista de Higgins casi sobre la bocina para empatar el partido contra Vikings que nos llevamos en la prórroga (foto Michael Mitchell para The Cincinnati Herald)

Ya advertíamos que la situación contractual de dos de nuestros pilares como Higgins y Boyd, en último año de contrato, obligaba a reforzar la posición. Como era de esperar, las adquisiciones no vinieron vía agencia libre (el mercado de los widereceivers está prohibitivo), sino a través del draft. En cuarta ronda elegimos a Charlie Jones para la plaza de WRslot de Boyd. Peores manos y físico en balones disputados, pero más elusivo y rápido, al que empleamos en retornos, consiguiendo el primer touchdown en devolución de un punt desde 2012.

En sexta ronda nos hicimos con Andrei Iosivas, un prometedor receptor con pasado en el atletismo, para el puesto de WR-exterior. No entró en juego de forma regular, pero sus escasas intervenciones fueron absolutamente circenses. No todas acabaron siendo pases completados, pero enseñó aptitudes muy interesantes y merecedoras de una mayor confianza para 2024.

Así que, como se esperaba, nuestros tres mosqueteros Boyd, Chase y Higgins se alistaron en lo que podría ser la última aventura juntos. Como también ha sido una constante, el único de la tripleta que se mantuvo sano todo el año fue Boyd. Sin embargo, su papel en 2023 quedó mucho más diluido. 10 yardas de media por recepción para un total de 667 fueron números muy discretos para lo que ha significado en esta plantilla. Sólo 28 de sus recepciones fueron para primer down, una de sus especialidades. Dentro de un año triste para nuestra ofensiva, creo que podemos decir que ésta ha sido su despedida como bengalí. Aunque termine recalando en Steelers, mi corazón naranjinegro lo tendrá en alta estima por haber sido un jugador que siempre dio la cara, incluso en los momentos más duros.

En la campaña donde debía romperla toda porque finalizaba contrato, quien se terminó rompiendo fue el propio Higgins. Se perdió 5 partidos por lesión y, aunque tuvo alguna acción destacada, como el acrobático touchdown contra Vikings, sus estadísticas de recepciones (42), yardas (656) y touchdowns (5) resultaron las más bajas de su carrera. Hasta tal punto fue mediocre su temporada, en base a las expectativas que siempre hay sobre un jugador de su calidad, que se llegó a plantear por una parte de los aficionados la posibilidad de traspasarlo.

En cambio, Chase continuó su progresión ascendente (si esto es posible). Alcanzó la marca de 100 recepciones, lo que le sitúa como 2º jugador en la historia de la franquicia en este apartado. 5 partidos con más de 100 yardas (también 2º jugador en la historia de la franquicia en esta categoría). Record de la franquicia en recepciones en un partido (15 el día de Cardinals). Como prometió, llegó para romper todos los records, y Uno lo está haciendo uno a uno. Sin embargo, volvió a lastimarse y perderse un partido y, aunque esto ya es impresión personal mía, la lesión de Burrow envolvió su juego en un halo de tristeza.

Tras ellos, y a mucha distancia, el resto. El más destacable fue Trenton Irwin. El actor infantil se aprovechó de las ausencias de los titulares (y de la prolongada lesión de Charlie Jones) para cuajar su mejor temporada en cuanto a números (25 recepciones, 316 yardas). Como de costumbre, su labor estuvo más enfocada a equipos especiales como retornador de punts. Otros wide-receivers con participación fueron los undrafted Lassiter y Jackson, pero muy residual. En su esperado regreso, ya comenzada la temporada, Pryor no salió del equipo de prácticas.

El resumen final sería que nuestra unidad más potente volvió a ser el motor de la ofensiva, tanto con Burrow como con Browning. Sin embargo, se volvió a notar el impacto de la ausencia de los dos primeros espadas y el declive de Boyd. Esto demuestra cuánto dependemos de que este grupo sea realmente un factor diferenciador, y lo expuestos que estamos si se nos caen los titulares. El futuro se debate entre incierto y esperanzador. Los jóvenes parecen prometedores, pero lejos aún del rendimiento que nos han dado los veteranos que podríamos perder.

Agencia Libre

Durante esta agencia libre, se ha troleado mucho en redes sociales con la llegada de Justin Jefferson para compartir equipo con sus compañeros de LSU Burrow y Chase en la Super Bowl de New Orleans. Muy divertido, pero un sueño que se antoja irrealizable (foto de Bruce Kluckhohn / Associated Press)

Poner la etiqueta de jugador franquicia a Tee Higgins era de obligado cumplimiento. La directiva fue diligente y, para cabreo del jugador (y más aún de su agente Mulugheta), le tenemos atado, al menos para 2024. Ahora bien, aquí no acaba, ni mucho menos la historia. Se nos abren varias alternativas:

  • Intentar firmar un contrato a largo plazo (3 años mínimo). Dinero hay. Quizá no tanto como pretende su agente, pero salvando los tradicionales inconvenientes de falta de efectivo para el bonus por firmar e inmovilizar el montante garantizado, hay espacio en el tope salarial para encajar tanto su contrato como el de Chase en un futuro (si después andamos cojos en otras posiciones, ya se verá).
  • Traspasar al jugador, quien ya lo ha pedido públicamente. Esto es el paripé habitual cuando un jugador recibe la etiqueta de franquicia, por lo que no hay que darle más importancia. Si se llega al comienzo del training-camp sin acuerdo, se ausentará unas sesiones, recibirá una multa, y la semana antes de empezar la liga retornará al grupo. La posibilidad de un trade es atractiva, porque es un jugador que despierta el lógico interés de todas las franquicias. Sin embargo, conocemos demasiado a Mike Brown como para asegurar que, salvo una oferta auténticamente escandalosa (hablo de dos primeras rondas, por ejemplo), no va a soltar al jugador.
  • Mantener al jugador durante todo 2024 y, en función de lo que pase, ponerle una segunda etiqueta de franquicia para 2025. Sería por supuesto más cara que la actual, pero aún así, asumible según los estándares en los que se mueven actualmente los contratos de los receptores (es decir, casi nos sale igual ponerle dos etiquetas consecutivas que hacerle un contrato por dos años). No sería del agrado de Higgins, pero en su mano estaría aceptar un contrato “razonable” para seguir en el equipo.

Aunque nadie sabe a ciencia cierta qué podría pasar (el propio Tobin insinuó en la combine que están dispuestos a escuchar ofertas por el receptor), mi pronóstico particular es que jugará 2024 bajo la etiqueta de franquicia, para después abandonar el club en 2025 (esperemos que con un anillo de campeón en su mano). Si todos anhelamos levantar el trofeo Lombardi en el Superdome de Nueva Orleans, no es momento de debilitar a la ofensiva prescindiendo de uno de sus incuestionables baluartes.

Pero no todo se centra en Tee. Nuestro melenudo actor infantil Irwin también es agente libre y, de momento, no se sabe nada él. A la espera de lo que pase con Boyd (está difícil, pero no se debe descartar todavía su regreso), debemos configurar una unidad solvente para 2024. Dando por seguros a Chase, Iosivas y Jones, y con la incertidumbre de Higgins, quedan mínimo 2 plazas por completar. No hemos visto tanto a los del equipo de prácticas como para saber si se puede contar con ellos, por lo que deberíamos añadir más personal.

El kilo de buen wide-receiver en el mercado está por las nubes, por lo que descartaría esta alternativa (lo de Jefferson X Higgins estaría genial, pero no deja de ser una culebra de primavera). Sin embargo, la agencia libre por la zona media-baja está bastante tranquila. Jugadores como Renfrow para el slot, o Reynolds para estirar el campo, podrían resultar interesantes. No obstante, antes que traerme a un jugador de 2ª fila, trataría de renovar a mis receptores, que ya conocen compañeros y esquema ofensivo, y si no se puede, volver a acudir al draft. Este año tenemos en principio 9 elecciones, y 4 de ellas en el top-100, por lo que es una buena oportunidad para añadir talento.

Draft

Keon Coleman #4 (Florida State)

Como jugador de baloncesto en el instituto llegó a promediar 26 puntos por partido. Coleman es un auténtico freak atlético, capaz de conseguir todo lo que se proponga (foto: The Athletic / Getty Images)

Keon Coleman es todo un espécimen físico que va más allá de tener un tamaño prototípico. Tiene la altura, la envergadura, la dureza, la flexibilidad, … todos los atributos que decoran un reboteador de élite aplicados a tareas de recepción en futbol americano. Un control de su cuerpo por encima de lo normal, y un talento natural para atrapar el balón que no se logra solo con entrenamiento.

Natural de Louisiana (sede del próximo Super Bowl), empezó su carrera universitaria en los Spartans de Michigan State, y tras una espectacular campaña 2022, se fue transferido a los Seminoles de Florida State. Según unos, para tener a un mejor quarterback que le enviase balones en mejores condiciones. Según otros, para tener a su lado a otro buen wide-receiver que le liberase de dobles coberturas. Sea una razón o la otra, en los Bengals encontraría ambas.

Coleman es de esos chicos que, quieras o no, resulta hipnótico cuando te pones a verlo. Su presencia física es impresionante, pero serviría de poco si no lo acompaña de una actitud del tipo “este balón es mío y no me lo vas quitar”. Su musculatura, radio de atrapada, y manos adhesivas le convierten en un excepcional receptor de posesión, ideal para lograr primeros downs y en redzone. Tiene instinto para localizar el balón en el aire, y una increíble coordinación (timing) para llegar a él en el punto más alto. Pero sus virtudes no se limitan a esto. Su agilidad le permite también salir con el balón en posesión desde el slot y, una vez en juego, eludir cuantos rivales le salgan al paso.

Su electricidad, cambios de dirección, y potencia para romper placajes le han llevado también a ejercer como retornador. Toda una locura para alguien tan grande. Su aceleración le permite arrancar la jugada como un rayo, y su fuerza, anular los intentos de los cornerbacks de frenarle en press coverage. Sus números son buenos (quizá no espectaculares), pero lo cierto es que no le han utilizado tanto como hubieran podido. Además, es de los que aparece en los momentos “calientes” del partido.

Con todas estas cualidades, ¿por qué no hablamos de un jugador top-10? Pues porque hay detalles que, para ser elegido tan alto, generan ciertas dudas. Es imparable en los pases disputados, sí, pero a veces, consciente de su superioridad física, no se esfuerza lo suficiente en ganar separación. Esto, en la NFL, no lo va a tener tan fácil. Deberá aprender a mejorar el recorrido de sus rutas y ampliar la variedad de las mismas. Tiene una buena velocidad, pero no es élite, no va a quemar a las defensas por su rapidez. Debe mejorar su consistencia a lo largo de todo el partido.

En todo caso, estamos ante un receptor que puede definirse legítimamente como WR1. Tiene todas las cualidades innatas para triunfar y, el resto, se pueden entrenar (tiene solo 21 años). Su movilidad para el tamaño que tiene, y su versatilidad tanto para recepciones complicadas en la zona intermedia, como para salir disparado en jugadas de screen, le dan un valor incalculable en esta NFL donde los widereceivers son los nuevos reyes.

Lo bueno: Si queremos reemplazar a Higgins, debemos buscar alguien parecido a él. Coleman tiene el físico, la velocidad, la habilidad, el salto,… No sé si saldrá como él, pero al igual que el de Clemson, puede ser un jugador de primera ronda en segunda.

Lo malo: Es un tanto vaguete a la hora de bloquear para sus compañeros, sobre todo para ayudar a la carrera. Con su corpulencia, debería ser más determinante en esta función.

Proyección: Está en el filo entre primera y segunda ronda. Quizá draftearle en nuestro pick#18 sea muy alto, pero muy probablemente no llegue al #49. Bajar en 1ª ronda, o subir en 2ª por él, no termino de verlo; pero si por circunstancias termina cayendo en el segundo día, sería una opción a considerar.

Brenden Rice #2 (USC)

Para los que el nombre les quiera sonar de algo, decirles que sí, Brenden es hijo del GOAT Jerry Rice. No estaría mal que el hijo nos diese la Super Bowl que nos quitó el padre (foto de Christian Petersen/Getty Images)

En una promoción de wide-receivers donde destacan los “hijos de”, si bien el de Marvin Harrison será muy probablemente el primero en salir elegido, el de Jerry Rice va a esperar mínimo hasta el segundo día. El vástago del más grande receptor de todos los tiempos es grande también en corpulencia, pero no tanto en talento. Su tamaño prototípico, y su estilo de juego físico compensa algunas otras lagunas en su juego.

Brenden es un bicharraco atlético, como demuestra su pasado como velocista en el instituto. Es explosivo en el arranque de la jugada, y si gana separación con su defensor (cosa que ocurre en un alto porcentaje de ocasiones), es muy difícil echarle el guante. Se desenvuelve mejor en el juego dinámico, ganando la partida mental al cornerback, ya que tanto puede colarse por el slant para ganar yardas tras la recepción, como irse en profundo por velocidad. En ambas circunstancias, sus excelentes rutas, excepcionales manos, visión de juego y capacidad para romper placajes, le convierten en un peligro latente.

Aparte de atletismo, en el instituto también desarrolló instintos como jugador de baloncesto para localizar el balón en el aire y pelearlo con éxito en recepciones disputadas. Tiene un extraordinario control de su corpachón. Su producción está contrastada. En dos años con los Búfalos de Colorado, y otros dos con los Troyanos de USC ha promediado un touchdown cada 5,2 toques de balón. Es un playmaker con potencial de bigplay en cada intervención. Está atento a la acción en todo momento, y saca petróleo de jugadas rotas. Además, Rice ofrece versatilidad como retornador de kickoffs, con un promedio de 27,7 yardas por retorno y un TD en 2020.

Entre sus defectos podría señalarse cierta vulnerabilidad en press coverage ante defensores muy físicos. Debe ser más decidido a la hora de atacar la ruta y no perder tiempo “bailando” con el cornerback. Tiene que trabajar más los cambios de dirección. En ocasiones, piensa más en sus movimientos post-recepción que en asegurar la atrapada, lo que deriva en drops. Hay fundamentos técnicos en los que debe seguir progresando (no fiarlo todo a su talento en la recepción y mejorar la posición de las manos, perfeccionar el juego de pies, aumentar el número de rutas, etc.).

En cualquier caso, es un jugador con solo 21 años, por lo que obviamente hay mucho margen de mejora, pero posee un inmenso potencial. Podría comenzar en un papel secundario tras Higgins, para empezar a desempeñar su rol en 2025. Durante la combine, nuestros técnicos se reunieron con él, por lo que el interés es evidente. Ahora que tenemos 2 picks en tercera ronda, podríamos emplear uno de ellos en él, o utilizarlos para subir posiciones.

Lo bueno: Le gusta la poesía, dormir en sus ratos libres, e involucrarse en actividades benéficas. Es, por tanto, un chico de intachable conducta y, siendo hijo de una leyenda de la NFL, la presión del apellido le lleva a no conformarse con ser uno más. Quizá no llegue al nivel estratosférico de su progenitor, pero no será por no intentarlo.

Lo malo: Es una estrella, pero no brilla durante todo el partido. Ni durante todos los partidos del año. Demasiados periodos de irrelevancia e inconsistencia para alguien de su proyección.

Proyección: Aunque para estos artículos es muy importante, el nombre no lo es todo para el resto del mundo. Su padre fue primera ronda, pero Brenden creo que puede caer a tercera.

Xavier Legette #17 (South Carolina)

Legette ha sido un receptor muy productivo en su prolongada estancia en los Gamecocks y, como Deebo Samuel antes que él (y con quien comparte entrenamientos), puede convertirse en un arma de destrucción masiva (foto de Todd Kirkland/GettyImages)

Anthony Xavier Legette es un receptor grande, fuerte, atlético y sin miedo al contacto. De hecho, lo busca, porque sabe que ahí puede conseguir ventaja. Pero lo auténticamente sorprendentes son las velocidades que puede alcanzar con su tamaño. 7º en la prueba de las 40 yardas de la combine entre los wide-receivers, pero con casi 10 kilos más que el más pesado del top-10. De hecho, en los gamecocks fue utilizado como retornador de kickoffs, promediando 26,4 yardas.

Su corpulencia es prototípica para un receptor exterior. Su musculatura se impone en el apartado físico. Su velocidad (ha llegado a alcanzar los 35 km/h) estira el campo hasta el límite. Es una amenaza letal, tanto si supera a los cornerbacks por pura velocidad en rutas go o post, como si recibe el oval con campo por delante y se pone en modo apisonadora rompiendo placajes. Su timing y coordinación corporal para saltar a por el balón en el momento justo es impresionante, y su potencia en balones disputados hace el resto. Tiene muy buenas manos, pero también es muy habilidoso para adaptar su cuerpo a recepciones circenses.

Su versatilidad le capacita para alinearse en cualquier posición de receptor (X, Z o slot) e incluso para salir desde el backfield. Además, es un gran bloqueador para sus compañeros, quienes le nombraron capitán del equipo. Tiene una excelente ética de trabajo, y experiencia en equipos especiales, no sólo como retornador, sino como gunner en cobertura. Además, tiene un conocimiento del juego desde el punto de vista del quarterback, posición en la que jugó en su último año de instituto (también en béisbol, con un promedio de bateo de .311, y baloncesto).

Es un chico que ha debido sobreponerse a la adversidad. Su madre falleció de cáncer de mama en 2015 y su padre murió en 2019. En su periplo universitario se perdió casi todo el año 2020 por una lesión en la corva, y en 2021 tuvo un accidente de motocicleta por el que faltó a varios encuentros. Lo estaba petando en la Senior Bowl, pero una lesión durante los entrenamientos le privó de disputar el partido.

Todo lo bueno que tiene a campo abierto se le complica en las distancias cortas, donde le cuesta conseguir separación. Debe mejorar el juego de pies y refinar sus rutas. A pesar de su prolongada carrera, tiene que pulir detalles técnicos de su juego, como poner bien las manos para la recepción. Se centra mucho en su ruta, y se olvida de regresar para ayudar a encontrar un blanco a su quarterback si éste se encuentra en apuros y debe salir en scramble. Está preparado para la NFL, pero no esperemos un impacto inmediato desde el primer día.

Lo bueno: Llamándose Xavier, seguro que tendrá una excelente acogida en “La Jungla Hispana”.

Lo malo: Tiene ya 23 años, y a nuestro equipo le gustan más jovencitos. Tras una carrera bastante normalita, sólo ha explotado en su último año, cuando quizá esa edad puede resultar diferencial para conseguir ser tan superior.

Proyección: Este año hay tantos y tan buenos receptores, que hacer una proyección de dónde va a salir cada uno es una auténtica lotería. Va a depender mucho de las necesidades específicas de cada equipo, y si a estos les da por escogerlos antes o ser más pacientes. En todo caso, me extrañaría que Legette llegase al tercer día. Podría ser un objetivo para el pick compensatorio de 3ª ronda si termina cayendo.

Otros nombres de interés:

El nativo de Lousiana, sede de la próxima Super Bowl (¿lo he dicho ya alguna vez?) lideró la FBS en 2023 con 17 touchdowns nada menos (foto de Michael Chang/Getty Images)

Brian Thomas Jr. #11 (LSU)

He expuesto mis dudas sobre si escogeríamos un wide-receiver en primera ronda. Sin embargo, hay ocasiones en que el talento no se puede dejar pasar, y aquí podríamos estar ante uno de esos casos. El tiger no sólo tiene un tamaño prototípico, sino además una velocidad endiablada. No sólo es una amenaza en la red-zone, sino que es un potencial big-play cada vez que toca el balón. Explosivo, con buen juego de pies, buenas rutas y excelentes manos. Debe aprender a utilizar mejor su físico, tanto para librarse de la presión de los cornerbacks como para salir victorioso de balones divididos. Sólo ha tenido un año realmente bueno. Se proyecta para mitad de primera ronda, a la altura de nuestro pick#18, y nuestros técnicos se reunieron con él en la combine.

Adonai Mitchell #5 (Texas)

Adonai Enlil «AD» Mitchell, junto con su compañero longhorn Xavier Worthy, componen una pareja que muy bien podría ver a ambos saliendo el primer día. Aunque con Worthy se entrevistaron nuestros técnicos después de batir el record de las 40 yardas en la combine, creo que Mitchell se adaptaría mejor al posible hueco que dejara Higgins. Tras dos años en Georgia, donde se proclamó campeón nacional, pidió el traspaso a Texas. Su combinación de tamaño, capacidad atlética y recorrido de rutas le convierten en uno de los mejores wide-receivers exteriores de la promoción. Debe refinar sus movimientos para conseguir separación y ser más consistente contra el press-coverage, para evitar que le rompan la coordinación. Como decía antes, veo difícil que caiga a 2ª ronda, aunque con tanto buen receptor, todo podría pasar.

Ladd McConkey #84 (Georgia)

Igual me estoy centrando demasiado en wide-receivers grandes y atléticos, y dejando de lado el talento. Para resarcirme traigo a la lista a Andrew Ladd McConkey, quien en el instituto hizo de WR, QB, RB, DB, retornador, e incluso punter. El bulldog tiene la velocidad, elusividad con el balón, refinamiento en las rutas, agilidad y técnica de manos para ser una amenaza desde el minuto 1. Es una pesadilla para los cornerbacks por su movilidad y tiene una fantástica visión de juego. Su falta de físico le puede generar problemas para salir en ruta ante la presión, y en balones disputados. Seguramente, en la NFL solo podrá jugar como WR-slot. Su inteligencia, versatilidad y capacidad de trabajo le hacen un pick muy sólido, probablemente entre primera y segunda ronda.

Roman Jeffrey Wilson #1 (Michigan)

Natural de Honolulu como Iosivas, al wolverine, lo que le falta de tamaño lo suple con talento. El QB-rating del año pasado cuando le pasaron el balón fue un estratosférico 140,9. Es eléctrico al arranque de la jugada, muy veloz, y muestra su liderazgo en los momentos de la verdad. Tiene unas manos excepciones y es muy habilidoso para adaptarse a la recepción. Su cuerpo puede parecer pequeño, pero engaña, es más físico de lo que aparenta. No obstante, está predestinado a ser WR-slot en la NFL. No tiene excesiva elusividad para ganar yardas tras la recepción. Tiene un preocupante historial de lesiones. Para un equipo como los Bengals que, como dijimos en la Guía 2022 estuvo a punto de llamarse Cincinnati Romans, obtener a un jugador llamado Roman sería todo un guiño histórico. Saldrá a lo largo de la segunda ronda, puede que tercera.

Malachi Corley #11 (Western Kentucky)

Si drafteamos un wide-receiver, debe ser para que empiece a contribuir, si no en el primero, a partir de su segundo año. Para relleno y equipos especiales, ya tenemos suficientes en plantilla. Por eso, no voy a perder tiempo en prospectos de tercer día. Kentucky es un estado bengal, así que debemos prestar atención al talento que salga de allí. El hilltopper es un jugador grande, físico, y con gran habilidad para ganar yardas tras la recepción. Como antiguo cornerback, sabe anticiparse a sus movimientos. Ha sido muy explotado en college, por lo que llega con gran experiencia. Rápido, fuerte e inteligente, es un jugador que hace muchas cosas bien, pero que debe mejorar su técnica de recepción y refinar el recorrido de sus rutas. Creo que no va a salir hasta la tercera ronda.

(foto de portada: www.statesville.com)

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