Jungla ficción

Ohioween

Amanecía en Cincinnati, esa no era una mañana cualquiera, era el día de Halloween. Era una fecha que el pequeño fan de los Bengals, Carson Blake esperaba siempre con mucha ilusión. Pero a aquella hora de la mañana no estaba para tonterías. Por eso cuando su madre le pidió que se levantase, le respondió pidiendo cinco minutos más para estar en la cama. Se metió dentro de las sábanas y gritó.

  • ¡Mamá me dejas descansar menos a mí que a La’el Collins!
  • Él tiene un buen contrato y en cambio de ti no sabemos ni si llegarás a la universidad con esta actitud. Además, él tiene dolor de espalda. – Contestó la madre.
  • Ojalá que de mayor me duela la espalda, no sabes lo bien que me iría tener fiesta los miércoles.

Como cada Halloween se disfrazó para ir al cole. Se puso una almohada en el vientre, una calva y su madre le pintó algunas arrugas en la cara para efectivamente, disfrazarse de Mike Brown. Por desgracia su padre no le había comprado un carrito de golf para llegar al colegio. Por eso tuvo que poner unos asientos dentro de un carrito de supermercado. Para poder conducirlo pegó el carrito a su patinete eléctrico con cinta aislante y al fin tuvo el viejo móvil.

Nada más llegar al colegio empezó a encontrar a sus amigos con otros disfraces aterradores. Así que lo vio su compañero de pupitre, este empezó a perseguirle gritando.

  • ¡Mike, quiero más dinero y lo quiero garantizado! ¡Venga una firmita por favor. Que no puedes perder a tus estrellas!

Carson empezó a correr por alejarse de él, de modo que interpretaba a la perfección el papel de Mike Brown cuando debía gastar dinero, mientras que su compañero hacía lo mismo con su disfraz de David Mulugheta, representante de Jessie Bates y Tee Higgins.

Al fin pudo refugiarse en la enfermería, pero nada más cerrar la puerta se asustó al ver a un enorme pájaro azul con una bata blanca con una voz grave y una risa aterradora que le decía.

  • ¿Verdad que te he asustado? ¿No me reconoces? Soy un médico de Twitter. ¡Hahaha!

Salió de allí a toda prisa hasta que se encontró con Hue Callahan que iba disfrazado de playbook de Zac Taylor. El disfraz llevaba un típex y un rotulador incorporados para modificar las jugadas.

Carson le preguntó por este aspecto del disfraz y Hue contestó.

  • Todos llevamos un entrenador dentro pero solo nosotros seríamos un entrenador como dios manda, que siempre elige la opción correcta. Sobretodo a toro pasado, por eso doy la oportunidad de desahogarse a la gente. No sabes lo que voy a ligar con esto. Es el mejor disfraz desde el de ducha de Karate kid. – dijo Hue todo orgulloso mientras asentía con la cabeza.
Esperemos que partido de hoy no sea una ducha de agua fría

Carson quedó alucinado con este último comentario y se fue hacia el estadio donde estaba Dan Van Pelt. Vestía con una indumentaria algo extraña, sucedía lo peor de un disfraz, que necesite ser explicado. Llevaba la ropa del equipo de béisbol, el guante, pero también un balón de fútbol americano y una tableta.

Carson como todo el mundo le preguntó.

  • ¿De qué vas vestido?
  • De Pitcher.
  • ¿Cómo que de pitcher?
  • El entrenador de quarterbacks de los Bengals, se llama Pitcher.
  • Madre mía, si es que nos merecemos extinguirnos como especie. – respondió Carson de forma resignada.

Si el espectáculo no era lo bastante dantesco para el joven Carson, unos metros más allá estaban 4 o 5 chicos vestidos de jugadores de fútbol americano. Sin embargo llevaban un balón de rugby, un carro de supermercado con bebidas alcohólicas y cuando chutaban un FG gritaban.

  • ¡Touchdown!
  • Y vosotros, ¿de qué se supone que vais? -les preguntó Carson mientras se temía lo peor.
  • Vamos de grupo de amigos europeos cuando van de jugadores de fútbol americano en un carnaval. ¿A que parecemos imbéciles?
  • Si tú crees que solo lo parece, yo encantado. Cada día estoy más convencido que de este colegio va a salir alguien que llegue a la Casa Blanca.

Saliendo del campo se encontró con A.J. Kitna, un niño pelirrojo de orígenes tejanos que cada año llevaba el mismo disfraz de cowboy. Algo de lo que Carson no se supo contener.

  • ¿Otro año vestido igual A.J.?
  • ¡Qué va! Cada año es distinto. El primer año llevaba la estrella solitaria en la camisa, el año pasado llevaba unas pieles de oso y este llevo una flor de lis a parte del clásico rifle rojo.
  • ¡Sí, la verdad es que cada año me sorprendes un montón!. -dijo con ironía mientras A.J. sonreía sin enterarse del sarcasmo.
  • ¿Quieres que le dé a esa lata con el rifle rojo? -preguntó A.J.
  • Vale. -respondió Carson mientras hacía que no con la cabeza.

AJ. apuntó y el rifle se encasquilló, mientras Carson suspiraba y seguía negando con la cabeza.

  • Pero si mi padre lo limpió y me dijo que iba perfecto, no entiendo porque siempre a la hora de la verdad falla. -decía indignado A.J.

En la tribuna del estadio estaba un sin techo vestido con una túnica negra con rayas naranjas, llevaba una barba mal arreglada y una larga melena blanca. Empezó a tocar una campana y gritaba a pleno pulmón.

  • ¡EL FIN DEL MUNDO SE ACERCA! ¡EL FIN DEL MUNDO SE ACERCA!
  • ¿Por qué dices esto? – preguntó Carson.
  • ¡SE HA ROTO JA’MARR CHASE! ¡ES EL FIN DEL MUNDO!
  • No será para tanto digo yo. – respondió Carson.
  • ¡ILUSO! ¿Que no ves que sin Chase la gente será infeliz y esto provocará que la gente se tire a la bebida, a drogarse, provocará divorcios, peleas, guerras. ¡Incluso Putin ya ha ensayado con bombas atómicas! ¿Cómo crees que responderá Biden a su edad si de aburre porque no juega Chase? Además, ¿como responderán los chinos si no pueden vender más camisetas falsas de Chase que el año pasado si no juega y no se generan nuevos fans?

Entonces llegó el profesor que avisó a seguridad para que se llevará a aquél hombre que daba más miedo que Freddy Krueger. Finalmente consiguió que los alumnos se dirigieran a sus aulas.

Pero entonces llegó el momento más aterrador. Cuando Carson iba por el pasillo, todas las niñas de su clase, vestidas de masajistas, empezaron a gritar mientras huían de Baker, un niño que era fan de los Browns y que había llegado de Houston ese mismo año. A Baker no se le había ocurrido nada mejor que disfrazarse de Deshaun Watson. Afortunadamente nada más ver la performance el director lo llamó inmediatamente a su despacho. Todo el mundo pensaba que lo expulsaría pero la sanción fue mucho menor de lo esperado. El director Roger solo le obligó a barrer la clase al terminar el día.

Terminada la jornada escolar, cuando empezaba a oscurecer los niños salieron de sus casas en busca del tradicional truco o trato. Muchos de ellos con ganas de conseguir todos los caramelos posibles antes de que empezara la batalla de Ohio. Carson llamó a casa de su vecino. Pero antes de abrir la puerta le escuchó que llamaba a su perro, al gato, al pato y al loro para que se estuvieran quietos. No quería que se le escapara ninguno de ellos. Aunque parecía que Quinton tenía compañía, les dijo tanto a Bobby como a Billy que vigilaran a los animales.

  • Hola chaval, ya te esperaba. -dijo Quinton que ya llevaba su camiseta de los Bengals.
  • ¡Hola! ¡Cuidado Quinton que se te volverá a escapar el pato! – contestó Carson alarmado por lo que pasaba en la casa.
  • No, tranquilo, si lo tenemos todo controlado.

Entonces Quinton se giró hacia dentro de la casa y observó que Billy y Bobby se habían caído al suelo. Se temía lo peor. El pato llegó a toda velocidad y con un simple gesto con las alas el pato le ganó la posición, de modo que aquél hombre de 330 libras y 6’4 pies no pudo bloquear al pato que se lanzó encima de Carson que se fue al suelo.

Mientras el pato saltaba por el jardín, llegaba Trey, algo tarde y que gritó desde el coche.

  • Donald, ven, acércate y ¡NO TOQUES ESTO!

Pero ya era demasiado tarde, Donald ya le había dado a la piñata con el pico y el confeti ya se esparcía por el jardín ante la mirada triste y desangelada de todos. Entonces salió Jim desde el balcón para decirles.

  • Lo veis, con tantos animales hay que protegerlo todo mucho mejor. Ya te dije yo que haciendo caso a los consejos de Frank no irías a ninguna parte. Esto os pasa por no hacerme caso.

Al salir de allí, Carson se fue a otra de las casas que más le gustaban, la número 85, para ver a Chad. Allí en lugar de dulces le daban siempre una hamburguesa.

Chad estaba con su amigo T.J. ambos se estaban preparando para ir a ver el partido. T.J. le saludó amablemente mientras acababa de limpiarse los zapatos con una toalla amarilla.

Se debe ir con los zapatos impolutos

Carson le preguntó a Chad por lo sucedido en su domicilio unos días atrás, porque según le contó su padre, llegaron ambulancias y coches de policía.

  • Pensé que se habían colado unos ladrones en mi casa. Me dio la alerta Tyler del 85 bis, que intentó reanimar a uno de sus cocodrilos para defender el vecindario. Pero todos los que había cazado estaban muertos. Fue una pena que no grabara ningún tik tok haciéndole el boca a boca a un cocodrilo muerto porque lo hubiera petado.

Carson flipaba con la historia pero viniendo de Tyler no le extrañaba tanto. Quién sabe lo que había hecho el año que estuvo en Jacksonville pero la historia que explicaba Chad era otra.

  • Resulta que se metieron dos hombres en mi piscina. Uno se llamaba Antonio y se bañaba desnudo. Como bien sabes tengo el logo de los Bengals en el fondo de la piscina. Según parece el otro chico tiene por costumbre bailar encima de todos los logos que ve, pero mi piscina es bastante profunda. Además el baile de ese tal Juju era bastante más largo que su capacidad pulmonar y empezó a ahogarse. Afortunadamente pasaba por aquí Andrea, la seleccionadora de EUA de natación sincronizada, que sin dudarlo se lanzó al agua para rescatarlo y le salvó la vida.

Después de estás historias Carson volvió a casa. Antes del partido quería darle de comer al perro pero había salido de la casa, así que salió al balcón de su habitación para tirarle al jardín un poco de su sándwich. Pero cuando el perro ya salivaba llegó desde unas 60 yardas un cuervo volando a toda velocidad y se comió el jamón york. El perro estaba hambriento y tocaría escucharle ladrar durante todo el partido de los Bengals.

Después del partidazo del Monday Night Football, Carson se metió en la cama tras leer antes un poco de la biografía de Paul Tagliabue. Mientras tanto soñaba con ser algún día el sustituto de Roger Godell al frente de la NFL. Tenía algunas ideas para mejorar el juego, como variar la polémica regla del roughin the passer. Tenía claro que si alguien miraba mal a Tom Brady debía ser penalizado. No se podía faltar al respeto a la gente de la tercera edad.

Pero cuando ya empezaba a dormirse, al maniquí con el equipaje de los Bengals que tenía en la habitación de repente se le iluminó la cara.

 – ¡Aaaaaaaah!!! ¡HIJO DE PUTA! – gritó Carson, mientras su hermano vestido con la camiseta y el casco de Mike Hilton se partía de risa y le dijo.

 – Soy tan hijo de puta como tú, hahaha, ¡que somos hermanos imbécil! Te asustas más que Joe Burrow en una la sala de prensa o en el vestuario, eres un miedica.

Así terminó el día de Halloween, el día de la batalla de Ohioween donde veremos qué equipo es el que da más miedo.

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