AnalisisBengals 2017

Packers 27 – Bengals 24

Poco dura la alegría en la casa del pobre. Según el “Instituto Cervantes”, esta sentencia trata de una creencia fatalista por la cual los desgraciados no mejoran nunca de suerte. Parece especialmente diseñada para nuestro equipo. El domingo, tras ir por delante prácticamente todo el partido (excepto los 10 minutos entre el 7-7 y el 7-14), volvimos a morir ahogados en la orilla tras tanto nadar en condiciones adversas intentando salvarnos del naufragio. Los Packers sólo estuvieron por delante en el field-goal final de la prórroga que les dio la victoria. La primera de Rodgers contra nosotros, la primera de su carrera en una prórroga. Si hay algo que puede salirnos mal, apostad porque nos pasará.

 

Por supuesto, en un juego de 60 minutos, culpar al infortunio es excusa de mal perdedor. Hubo otros factores mucho más importantes que el azar, pero cada vez que una jugada se resolvía de forma accidentada, la suerte nunca cayó de nuestro lado, ya sea un pase desviado que le cae a la mano del receptor o un resbalón inoportuno. Hay otras acciones por el contrario que parecen mala suerte pero no lo son. Que un componente de equipos especiales toque con el casco el balón tras el vuelo de un punt y provoque un fumble es un error de colocación al que no puede dejarse arrastrar. Que un kicker falle un field-goal de 48 yardas es un problema de práctica y concentración.

 

Y luego por supuesto hay otros tipos de suerte. Está la “suerte” de que pudimos ver un gran QB, pero la “mala suerte” de que juega en el otro equipo. La “suerte” que tienen otros de tener unos entrenadores que no tengan prohibido por contrato hacer ajustes tras el descanso, como seguramente les debe pasar a los nuestros. La “suerte” de que los árbitros consideren “interferencia de pase” un tropezón accidental de Jones que les metió en la red-zone, pero estén mirando para otro lado cada vez que agarraban a Atkins, o el distinto rasero para pitar los “intentional grounding”.

 

Aun así, el partido contra los Packers, más allá de la profunda desilusión que nos supuso la derrota, evidenció una clara mejoría (tampoco era tan difícil, viniendo de tan abajo como estábamos). Como ya comenté en otros artículos, ahora mismo hay que olvidarse de cualquier aspiración que no sea la de tratar de construir una filosofía e integrar a los jóvenes jugadores que deban ejecutarla. No estamos para otra cosa.

 

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